sábado, 28 de agosto de 2010

Fulgencio

Buenos días. Me llamo Fulgencio.
Todos los días me despierto pronto, me visto, y salgo rápidamente hacia el trabajo. Odio mi trabajo, antes me gustaba, pero ahora ya no lo soporto, quizás sea por la edad.
Cuando llego al trabajo me pongo el uniforme, saludo a mi jefe. Y espero a que suelten a las bestias.
Por la mañana las bestias suelen pasar de mí, lo que me reconforta. Pero siempre hay alguna que se me queda mirando con ojos amenazantes. Cuando eso pasa, intento quedarme lo más quieto que puedo.
Después, por la tarde, tengo que vigilar mientras comen. Cuando las bestias terminan, yo me como las sobras.
Más tarde, tengo que inspeccionar que no se escapen de la jaula.
Y por fin, cojo el coche y me voy.
Acabo agotado. Pero, al menos, tengo trabajo y un sueldo, y en estos tiempos que corren, tampoco puedo quejarme. Pero es que...
Odio mi trabajo. Odio mi trabajo. Les odio.
Me llamo Fulgencio y soy conserje escolar.

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